Un sensible dibujante de melodías

Por Paola Rompato

Conversando con Martín Bianchedi

Laborioso incansable, este hombre de mirada serena y hablar calmo, lleva encima una historia de vida guiada por el trabajo responsable y tenaz, que dio como resultado un hacedor de numerosas y recordadas músicas para teatro, cine y televisión. Desde aquel Loco de Asís de los años ochenta hasta El Show de las Divorciadas de ahora, ha corrido mucha agua bajo el puente de la vida de Martín Bianchedi, pero también hay una historia anterior a todo esto, que hace que se pueda hablar de este hombre como un sobreviviente de la vida, que disfruta de la profundidad y la belleza de lo simple gracias a su extrema sensibilidad.

Paola Rompato: ¿Cómo trabajaste con el dramaturgo en El Show de las Divorciadas? Y, en general, ¿Cómo se trabaja en el armado de un musical, cómo trabaja el escritor del texto con el compositor de la música?

Martín Bianchedi: En el caso que trabaje con Manuel Gonzáles Gil o con José María Muscari o con Rubén Pires -que son los directores/creativos con los que generalmente trabajo-, me acoplo al proyecto de ellos si me gusta, si puedo cumplir con el objetivo de ellos y con el requisito que pueda tener la obra que proponen. Por ejemplo no haría Gotan, porque no es lo mío.
Pero en el caso de El Show… en realidad fui yo el que insistió con la idea de volver al musical.
Entre el ‘83 y el ’89 hice una gran producción de musicales, cuando trabajaba con Pepito (Cibrian), donde hacíamos obras que algunas eran bárbaras, como Calígula -la primer versión-, una obra que tuvo así como una fuerza y un sentido con el momento que se estaba viviendo, que realmente estaba bueno. Entonces, se puede decir que ese es un ámbito en el cual yo empiezo a ligar este hombre que lo que quiere hacer es cantar sus canciones, como todo músico… porque todo músico (lo dice con mucho énfasis), todo músico quiere cantar sus canciones.

P.R.: Y entonces, ¿Cómo es que empezás con esto de los musicales?

M.B.: Me voy a remontar un poco más allá, antes de que desembocara en los musicales, si es que tenés tiempo (risas).
Yo creo que uno nace con una orientación hacia la creatividad y después se va armando.
Te cuento. Yo tengo un hermano que tiene cinco años más que yo, que es como un adelantado. Los dos somos muy adelantados, no en el sentido de evolucionados, sino en que los dos nos fuimos muy chicos de nuestra casa. Casi te diría que como un chico de la calle… Yo me fui a los 14 y mi hermano a los 16… Y mi hermano traía a casa una música que para la época -1967 más o menos- era impresionante para un pibe como yo que tenía 12 ó 13 años. Escuchaba Beatles, Bob Dylan, Joan Baez, toda la música también de la época de los festivales italianos, que no sé por qué tenían que ver con el rock… Estaba Luigi Tenco, que cantaba canciones de protesta; y Richard Anthony, que era un francés que también cantaba canciones de protesta… había una mezcla medio rara. Podías escuchar una Mary Hopkins, que era la que producían los Beatles, que cantaba (canta la canción) Those were the days my friend, la la la la la la… Aquellos fueron los días, ¿la conocés?, que era una canción que hoy podrías llamarla comercial, y también estaba Woodstock y toda esa historia.
Pero… ¿¡qué pasa simultáneamente con todo ese nacimiento de conocimiento de la música!? aparece Hair!!!, que me mataron!!!!! y me los escuchaba quinientas veces y no entendía nada… A parte en el disco de Jesucristo (Superstar), que estaba armado muy inteligentemente, cantaba Ian Gillan, que era el cantante de Deep Purple, que era el grupo de rock que yo escuchaba. Entonces sí, ahí empecé a ver lo que era la música que a mí me gustaba, aplicada a una función teatral.
Pero concretamente, (lo remarca con convicción) empiezo a estudiar música porque lo veo a Sandro en Sábados Circulares. Fue Sandro, Sandro con los de Fuego… entonces yo dije “yo quiero hacer eso!” (y una sonrisa de niño cómplice aparece en su cara).
Y hasta ese momento yo había dibujado -porque yo era dibujante-, y mi hermano tocaba la guitarra. La historia se revierte y hoy mi hermano es un gran artista plástico y yo soy esto que soy (risas).

Se pone serio, pensativo... Hace un silencio y continúa su charla.

M.B.: Yo me considero un sobreviviente ¿sabés?, en el sentido de que como me fui tan chico de mi casa no tuve una gran formación en general… terminé el secundario de casualidad… pero mi padre era un arquitecto muy estricto, para el cual la música no tenía lugar, entonces no me bancaron ningún estudio de música. Lo que quiere decir que entro a este mundo de manera casi autodidacta.
Y bueno… después el laburo, porque laburo mucho, muchísimo!!, por eso es que todo es posible… porque realmente si uno se pusiera a pensar, podría haber estado en cualquiera… 14 años ó 15 años cuando me fui de mi casa!!

Vuelve a hacer silencio. Se queda ensimismado en sus recuerdos quizás.

P.R.: ¿Cuál fue tu instrumento?
M.B.: Una guitarra. Era la que me abría caminos, sin sospechar que eso era lo que me iba a sostener en la vida. Por la guitarra y la música me recibían en los lugares, vivía en comunidad… bien de los ’60 ’70…

Sus ojos se encienden recordando aquella vida algo aventurera, embanderada por el lema “paz y amor”.

M.B.: Luego, yo empiezo a ganar con eso cuando, de casualidad, conozco un elenco que hacía cosas para chicos y me prendo con ese elenco y empiezo a recorrer el país. Estoy salteando bastante (aclara).
Hay una cosa que sí es piola para que lo sepan: en un momento como dibujante me fue muy bien. Logro una posición, me alquilé un departamento, tenía auto, llegué a ser director de arte de una agencia de publicidad, chiquita, pero agencia al fin, pero la música estaba ahí, haciendo fuerza todo el tiempo. Y esto es interesante porque hay algo que siempre digo: “para lograr una cosa hay que renunciar”, y sale esto de irme con este elenco a recorrer el país, con una guitarrita y esta propuesta, y dejo todo, todo: el departamento, el auto que tenía, todo… y tengo que vivir en una pensión en San Telmo, todo mal… Supuestamente era volver para atrás… pero para nada!!!!! porque eso me catapultó mucho más arriba.
Con ese elenco hicimos cosas importantes, hicimos el Loco de Asís y ahí lo conozco a Pepito y yo seguí siendo autodidacta. Y con el tiempo, cuando ya la música hizo que yo pudiera sostenerme de manera más estable en la vida, empecé a estudiar música, de grande, porque me parecía que a ese don había que acompañarlo de algún esfuerzo. La verdad que me costó mucho, me sigue costando porque sigo estudiando, pero…. me parece piola que sepan esto, porque me parece importante estudiar. A todo pibe que me dice que quiere dedicarse a esto yo le digo que tiene que estudiar porque el don creativo, sumado a la sabiduría de la técnica, es mucho más fluido, muchísimo más grandioso… uno logra realmente un estado profesional.
Bueno, y voy a hoy, donde, si bien hicimos muchas obras muy lindas, que me trajeron beneficios en todo sentido, tenía ganas de volver al musical, porque es como reconciliar esa parte mía que tiene que ver más con la canción…

P.R.: ¿Es lo que más te gusta el musical? porque transitaste otras cosas, como el cine y la televisión.
M.B.: Ahora me dedico al teatro. Elijo la gente del teatro, con todo lo que implica.

Piensa… asume otra vez una actitud reflexiva y, regresando a la conversación, con su tono calmo pero firme, vuelve a decir:

M.B.: Realmente elijo a la gente de teatro. Veo más humanidad en el teatro… no sé, hay una suma de cosas más lindas.

P.R.: ¿Y el cine?
M.B.: El cine es más técnico.

P.R.: ¿Hacer música para cine implica un trabajo más solitario?
M.B.: Si, es así…
En cambio en el teatro sos más parte de la obra, estás todo el tiempo ahí, trabajando a la par de los actores, vibrás junto con el actor.

P.R.: Sin embargo tenés una producción abundante de música para cine.
M.B.: Si, si, porque me encanta el cine. Miro mucho cine, porque me gusta.
Yo hablaba de la gente más que nada, no del trabajo en sí mismo, sino de lo que es la gente de teatro…

Otra vez sus ojos se pierden en algún pensamiento profundo… Pero retoma la charla como si una certeza se hubiese adueñado de él.

M.B.: Tenía ganas de desarrollar este pensamiento, ¿sabés?. No sé… como que quizás tiene que ver con el templo del teatro, como que el teatro es menos virtual.

P.R.: ¿Estás preparando algo ahora?
M.B.: Ahora estoy pensando…
Estoy trabajando, por supuesto, porque tengo que trabajar; pero tengo ideas de nuevos musicales.

P.R.: ¿Estás elaborando algo con algún dramaturgo?
M.B.: Hablé con un par, pero todavía estoy en una etapa en la que pienso imágenes… Sé qué me gustaría, sé muy bien lo que quiero hacer.

Y el dibujante de melodías se mantiene reservado, quizás pensando en las imágenes que va a colorear con el pincel de su música.

P.R.: Bueno, voy a ser respetuosa de tu reserva y no voy a incursionar más (risas).

P.R.: ¿Tenés ídolos, figuras relevantes del musical que te gusten, que sean influyentes en vos? Si bien tenés tu propia personalidad, y continuás tu camino autodidacta, supongo que debes tener ídolos, influenciadores.
En realidad defino qué es lo que me gustaría hacer. Eso lo tengo como muy claro.
Para mí El show de las Divorciadas es el primer escalón de algo a lo que yo quiero acceder. Porque primero me tenía que demostrar que podía hacerlo. Acá hay un gran desafío, que yo lo propuse, que es que no hay nada de escenografía, el vestuario es escaso y también quise poner una coreógrafa que éste es el primer trabajo que hace. Porque quería ver qué pasa si uno hace un espectáculo totalmente despojado de elementos en el escenario, despojado de estrellas, solamente con estas personas que cuentan esto, con personas que no vienen de la comedia musical.
¿Influenciadores? Yo sigo escuchando… no te puedo decir nombres. Hay un musical Urine Town, que es el musical que a mí me gusta, que es el musical testimonial y a eso es a lo que apunto. Ojo!, te aclaro: El Show… no es testimonial, baja una historia de soledades… pero no es testimonial. Me gusta mucho el tema de la mujer, me fascina… podía haber sido contado con hombres.
Pero sí, realmente me gustan los temas más profundos.

Pausa nuevamente para el hombre de mirada serena y hablar calmo. Quizás la palabra “profundidad” haya quedado resonando en sus oídos. Pero otra vez vuelve a situarse en la mesa de café y continúa su charla.

M.B.: Me gusta la Ópera do Malandro, que es la ópera que hizo Chico Buarque en base a la Ópera de dos Centavos. Es una versión latina, brasilera, que es maravillosa. Me gusta una obra que se llama Say Show, una historia de amor, un freak, protagonizada por dos chicas gemelas.
Me gusta todo lo que tiene que ver con lo esencialmente humano, que está más allá de lo físico, más allá de lo que te plantea la vida como logros aparentes… Por eso si te tengo que nombrar un musical te nombraría Los Miserables, porque está hecho en base a un libro maravilloso.
Yo disfruto de un aplauso, ojo! Disfruto de El Show de las Divorciadas, pero me gustaría eso que hace otro shock en la gente.

P.R.: ¿Y cómo ves el tema del musical acá en el país? ¿Es un género que va creciendo o no?
M.B.: En realidad no pude ver lo que quería ver, como por ejemplo el trabajo de ese grupo de chicos muy jóvenes que hizo Desilusiones y tampoco pude ver Salomé, porque no estaba aquí. Así que mucho no puedo opinar.
Pero igualmente veo que hay cosas que se repiten, que no hay temas nuevos. Yo creo que está faltando algo. En el cine no pasa eso, hay cosas más testimoniales, que pegan en lo emocional. En cambio el musical se queda en lo tradicional… o en lo imponente… se queda en el “efecto”, que está bien, pero tiene que haber algo más que un golpe de efecto.

P.R.: ¿No existe, entonces, algún movimiento de gente joven que esté produciendo musicales, independientemente de Desilusiones o Salomé?
M.B.: No, la verdad que no. Me encantaría verlo, te lo juro…
Igualmente el musical tampoco tiene tanta historia en el país. Sí las películas musicales, pero el musical de teatro no. Quizás esto tenga algo que ver.
Pero igualmente hay evasión de lo testimonial en un musical y yo creo que tiene que ver con un prejuicio.

P.R.: ¿Pero no pensás que lo económico no tiene nada que ver con esto?
M.B.: Si, por supuesto que sí, que tiene que ver. Pero de todas maneras hay un prejuicio en cuanto a la temática del musical.
Obviamente que si vos vas a plantear una historia de amor de un freak a un productor, éste te va a decir ¿pero quién va a venir? Igualmente El Hombre Elefante era un freak, y mirá el éxito que tuvo. Todo tiene que ver con cómo lo hagas.

Otra vez la abstracción. Otra vez la mirada serena puesta allá, en algún pensamiento profundo. Y otra vez el hablar calmo del hombre laborioso y sensible que reflexiona sobre sus propias palabras y concluye:

M.B.: No hay que tenerle miedo a los temas importantes. La gente tiene necesidad de esas cosas…
Igualmente las ideas están flotando… lo que pasa es que hay que estar sintonizado.