Volá, vení, volá

Por Paola Rompato

La vida de Horacio Ferrer

Nacer, crecer y morir es el ciclo biológico que todos tenemos marcado. Sin embargo, (y no es nuevo esto que digo), cada uno de nosotros lo hace de una manera diferente, dibujando con su propio pincel los trazos de una particular forma de vida.

Horacio Ferrer no es la excepción a esta regla y, con pluma de artista, escribió prosas y versos que, en una adaptación teatral de Héctor Giovine, dan origen al espectáculo “Volá, Vení, Volá”, en el cual podemos encontrarnos con los paisajes de la vida de este poeta contemporáneo, llegando inclusive hasta su imaginada muerte.

Entre músicas y recitados, la vida trovadoresca de Ferrer se va relatando en cuatro segmentos consecutivos que abarcan la niñez y juventud, los amores, los personajes del tango que lo rodearon y, por último, el ocaso de su vida, el cual es conjeturado en un final propio de un ciudadano rioplatense, con un recitado que vaticina: “moriré en Buenos Aires, será de madrugada, que es la hora en que mueren los que saben morir”.

Los escritos de Ferrer trazan una infancia y juventud sesgadas por unos influyentes mamá argentina, papá uruguayo y tíos varios –todos con diferentes dotes artísticas-, a los cuales homenajea en un conmovedor relato que los ubica como los ingredientes fundamentales que dieron origen al artista que él es hoy. A esto se suma la leyenda de su mítica vuelta a nacer en el medio del río cuando, de bebé, en viaje en un vapor desde su Montevideo natal hacia Buenos Aires, se cayó del catre superior al piso, lo que le permitió definirse como ciudadano de ambas orillas, “portevideano” de nacimiento, pues murió y nació en el Río de la Plata.

El relato se continúa con la evocación de las mujeres de su vida, confluyendo en el amor hacia su actual compañera, Lulú, amor que se colorea con la incondicionalidad propia del poeta que ama con locura y desenfado. Luego, el sentido recuerdo de aquellos grandes que marcaron su transcurrir: Troilo, Pugliese, Di Sarli, Piazzolla. Y finalmente la muerte, sospechada líricamente.

Los recitados que transitan la vida del artista son encarnados por Héctor Giovine, quien se destaca por su emotiva interpretación protagónica. La música, en cambio, está en manos de Andrea García en piano, Ana María Hlousek en flauta traversa y Javier Di Ciriaco en canto y guitarra, que cautiva con su expresiva voz tanguera y su bien lograda actuación. Di Ciriaco es también el responsable de los arreglos musicales, a través de los cuales matiza de un particular estilo personal aquellos tangos de Ferrer que nuestros oídos conocen en otras interpretaciones.

“Volá, vení, volá” se convierte de esta manera en una sugerente invitación para todos aquellos que, en la condensación de un instante, quieran repasar los caminos poéticos de Horacio Ferrer.