Y la banda sigue tocado

Por Silvia Sánchez

Volvió La banda de la risa, fiel a su estilo y con una obra de Beltor Brecht.

Desde el inicio, desde las mismísimas voces en off a cargo de Juan Manuel Tenuta, La Banda de la risa muestra su marca de identidad al prometerle al espectador patadas y empujones si éste no cumple con apagar su celular. Voz en off que además, en alemán y en clave humorística, va repasando los mandamientos teatrales de un autor llamado Beltor Brecht.

De Beltor Brecht es precisamente la pieza que han elegido Claudio Gallardou y su trouppe para regresar a la escena y para de paso festejar sus veinticinco años de existencia.

Un hombre es un hombre, la pieza en cuestión, narra una anécdota que gira en torno al personaje de Galy Gay, un humilde changador irlandés que una mañana decide ir a comprar pescado para su esposa y que en el camino y a cambio de una recompensa, se convierte en el soldado faltante de un ejército imperialista. Anécdota que muestra como “con un hombre se puede hacer cualquier cosa” aunque también, como un “hombre puede hacer cualquier cosa”.

Anécdota de la que se vale Brecht para hablar de la metamorfosis de la identidad (tan frágil, tan maleable al parecer) y de la que se vale también Gallardou para hablar de los tiempos actuales. Porque aunque a simple vista no parezca, la política no es algo del todo ajeno al grupo. A veces de manera más velada y a veces menos, Gallardou y los suyos han tomado siempre partido por las cuestiones sociales, aunque tal vez sea esta la puesta en que lo ideológico aparece más claramente.

Aunque hay que decir que se añora algo de la contundencia de su “época de oro” (inolvidable por ejemplo, la versión de Arlequino de Goldoni allá por el 96) el grupo sigue respetando las premisas teatrales que lo vieron nacer: manejo de la improvisación y de las técnicas del clown, uso de instrumentos musicales en escena, narices de payaso y demás guiños circenses; elementos que tejen un discurso en el que lo popular no está reñido con el vuelo poético.

El desafío para esta puesta que se acaba de estrenar en el Teatro de la Ribera era no solo ser fiel a la ideología estética del grupo sino también, contar una historia cuyo significado lejos estaba de ser liviano. Y el desafío está más que cumplido.

Un par de paneles funcionales a cada escena y la música de Paul Dessau con arreglos de Federico Mizrahi modulan una puesta que recrea, de manera personal, los preceptos brechtianos: teatro, poesía y la dificilísima tarea de confabular la emoción con la razón.

Claudio Gallardou, tanto en el rol de soldado como en el de changador, vuelve a demostrar que tiene mucho de “capocómico”, de esos a los que siempre le rindió homenaje. Lo interesante es que a esa “naturalidad”, Gallardou la acompaña con un trabajo de hormiga. Gustavo “Cacha” Ferreira también cobra vuelo en todas sus criaturas, sobre todo cuando compone al “Chino Wang”. La histórica Cristina Fridman, César Bordón y Mariano Engel completan el elenco con actuaciones homogéneas.

La banda de la risa ha sido uno de los grupos más importantes del campo teatral argentino de la democracia a esta parte y es para festejar entonces, su regreso. Más allá del paso del tiempo, las perdidas y demás cuestiones, La banda de la risa mantiene intacta su identidad. Casi un milagro en tiempos de Galy Gay a roletes.