Yo elegí ser Evita (Mar del Plata)

in Listado general
Por Fabián D´Amico

Mirada humana y sin acartonamiento de Eva Perón en una interesante propuesta de Marta Avellaneda. Descollante actuación de Victoria Carreras.

Sobre una tumba de mármol yace el cuerpo de Evita. Bella y eternamente joven, pasa sus horas y años sin que nada ocurra. Un hecho inesperado altera su tediosa quietud. Una periodista aristocrática obtuvo un permiso especial para ingresar a ese “sitio prohibido” con el fin de realizar una entrevista con el enigmático “fantasma”.

La intención de la autora es hablar de la mujer antes que el mito y se refleja en primera escena de la obra cuando lo primero que surge de la boca del fantasma es el pedido de un espejo para saber si tiene arrugas. De en ahí en más todo es una triangulación entre la pobre muchacha nacida en Junín, la poderosa esposa de Perón y la periodista que representa la mirada imperialista de todos los que no son peronistas.

El encuentro entre ambas mujeres es jugoso, con diálogos bien estructurados, y si bien estos comienzan con la indagación periodística sobre frases armadas que están en el inconsciente colectivo nacional, se tornan muchos más íntimos y mordaces con el avance de la trama. La pieza está dividida en dos planos: el presente de la entrevista y dos momentos específicos del pasado-la labor de Evita en la secretaria y su enfermedad e internación- plásticamente separados por interesantes videos de archivo.

Lo más interesante de la pieza son las indagaciones que Eva le hace a la periodista sobre la vida actual. La existencia de sus descamisados, la victoria del plan nacional propuesto por el peronismo, la vida de Perón luego de su muerte. Las respuestas son duras para los oídos de la “guía espiritual de la Nación” tanto en el aspecto político como en lo personal. La noticia del tercer matrimonio del general y la vicepresidencia ejercida por Isabel es uno de los momentos más tensos y mejores resueltos de la representación.

Daniel Marcove tiene que luchar con dos grandes escollos en esta nueva puesta de la obra (dirigida en un principio por la autora y estrenada en escenarios diminutos, con una cercanía del público propicia para este tipo de propuestas) como lo son el gran escenario de la Sala Payró y dos actrices muy dispares entre sí. La puesta en escena es brillante y con adecuada iluminación, elementos de utilería mínimos y un preciso desplazamiento en escena de las actrices torna íntimo un amplio ámbito. Suerte dispar corre en cuanto a la dirección de las protagonistas.

Victoria Carreras realiza una actuación tan visceral como conmovedora. Su cuerpo refleja los infinitos estados por los cuales pasó Evita de manera brillante, desde la fortaleza de su juventud, la entrega a su trabajo diario y la batalla feroz contra el cáncer. Su potente y teatral voz proyecta matices e inflexiones sorprendentes, en especial, en el discurso sobre el renunciamiento de Evita a la vicepresidencia logrando una mímesis extraordinaria con el original. Una labor magistral que rubrica el crecimiento escénico de esta actriz y que se ve potenciado al no tener una interlocutora en escena de su mismo nivel de compromiso y recursos.

Mónica Lerner tiene un pobre desempeño como actriz en Yo elegí ser Evita. Brinda una actuación exterior, como la periodista y en los roles menores de secretaría privada de Eva y enfermera. No se percibe diferencia alguna entre ellos ni corporal ni vocalmente. Tal vez ese recurso, la voz, sea el punto más débil de la actriz, no pudiendo traspasar su emisión más allá de la quinta fila ni siquiera con el uso de micrófono personal ni ambiental.

Pese a este reparo, la obra merece ser vista y disfrutada por el planteo de una mirada distinta de Eva, sin una intención política unidireccional ni la figura de cartón de ciertos manuales de historia. Yo elegí ser Evita acerca al público una visión humana, plagada de aciertos y errores, de una mujer fundamental en la historia Argentina.