Zero Degrees: la danza como lenguaje múltiple

Por Rómulo Berruti

Lo que hace de Zero Degrees una propuesta de impacto certero es el magnetismo de sus dos intérpretes.

Las compañías Akram Company & Les Ballets C. de la B. están entre las más prestigiosas de Europa y el espectáculo que presentaron aquí, Zero Degrees, ostenta un dossier de coproducción impresionante: Sadler`s Wells de Londres, Theatre de la Ville de París, deSingel de Amberes y otros grupos prestigiosos de Berlín, Dusseldorf, Rotterdam, Ferrara, Turín, Ohío, Ottawa y Burdeos. Sus dos figuras son Akram Khan, un gran coreógrafo de Gran Bretaña y Sidi Larbi Cherkaoui, actor y bailarín de Bélgica.

Sobre la idea de una aventura más interior que itinerante -el viaje de Khan desde Bangladesh hasta la India en un rastreo de las raíces- y con una ambientación despojada pero palpitante del escultor Antony Gormley, edifican ambos una actuación de eximio manejo corporal que en el caso de Khan raya la perfección absoluta. Pero también han pulido los medios expresivos necesarios para graficar el conflicto hasta el mínimo: duplicando con sincronismo exacto la gestualidad, un poco a la manera del espejo, consiguen trasmitir la microhistoria casi sin texto. Así, la inevitable molestia que implica elevar constantemente la vista para seguir la traducción electrónica ubicada en la parte superior del escenario no existe. Sólo al comienzo y al final se hace necesaria, el resto es un dibujo coreográfico armado con los códigos de un ritual donde figuras humanas de resina que yacen en el piso se yerguen para jugar el papel de personajes aleatorios. A partir de los recursos mostrados, nada es sorprendente porque este lenguaje dramático que apela a la música y la danza como resortes claves es un clásico de determinadas líneas dramatúrgicas. Y si hay un ámbito que las ha experimentado con singular acierto desde siempre es precisamente la sala Coronado del San Martín.

Lo que hace de Zero Degrees una propuesta de impacto certero es el magnetismo de sus dos intérpretes, la astucia con que supieron manejar la síntesis y la limpia belleza que emana del espectáculo. Khan y Larbi narran una historia que tiene muchos cables de alta tensión en sólo una hora quince y de lo que hacen en ese lapso surge algo así como una rara luminosidad. Una ovación saludó al final este buen aporte de Gran Bretaña y Bélgica al Festival Internacional.