Imitaciones perfectas y un guión mordaz e irónico posibilitan el regreso del humor político al teatro nacional.
La risa, la carcajada y la sonrisa, en cualquier espectáculo de humor, son productos del chiste, de lo cómico o de lo humorístico. Es decir, nacen de la espontaneidad y la chispa de lo repentino, de la pantomima o torpeza física, y de la ironía e inteligencia. Lo humorístico como resultado de un texto inteligente, sagaz y en muchas ocasiones irónico, fue lo distintivo del teatro de revistas en su época de oro. Ese mecanismo provocador de la risa se cambió-sea por falta de guionistas o autores innovadores- por lo fácil, chabacano y escatológico.